sábado, 7 de septiembre de 2013

ORGULLO ALCOLLARINEJO


Con la excusa del Día de Extremadura y con vuestro permiso, me tomo la licencia de reivindicar el orgullo alcollarinejo; la autoestima sin arrogancia de las pequeñas poblaciones, donde sin duda aún reside el auténtico carácter recio y a la vez afable de los habitantes de nuestra región con su lento y pausado discurrir, pero al mismo tiempo de voluntad inquebrantable en su empeño por lograr cualquier meta.
El Día de Extremadura, se podría decir que es la celebración del sentir colectivo extremeño. Básicamente, nos sirve para ser festivo en el calendario laboral. Las instituciones y sus representantes se prestan a elaborar discursos y puestas en escenas dando paso a la cultura.
Simbologías como el himno, la bandera, la festividad de la Virgen de Guadalupe, el folklore extremeño, entre otros muchos, constituyen elementos que pueden concitar grandes consensos, tan necesarios en estos tiempos. Algo así como razones determinantes que reafirman un pasado y una historia en común. De ahí que se catalogue como el día de todos los extremeños.
Esta celebración, por tanto, puede o no ser compartida tanto en el fondo como en la forma, que ahí seguro que somos muchos los que podemos diferir. Pero en un país en el que no van muy bien las cosas, siempre puede ser bueno tener la excusa para pararse y reflexionar sobre lo que hemos hecho entre todos, y lo que significa Extremadura en la historia de nuestro país.
Necesariamente, también tiene que ser la excusa para exigir a nuestros gobernantes autonómicos más compromiso con la Extremadura rural, a la que sólo suelen mirar y visitar en época electoral. Pero por encima de todo, debería ser un día de reflexión de todos sus habitantes, para darnos cuenta de lo que somos capaces uniendo nuestras fuerzas por el bien común.
Pueblos como Alcollarín poco pueden esperar de las instituciones en estos tiempos en los que, con la excusa de la situación económica, casi todo son negativas y, en el mejor de los casos, retrasos indefinidos en la concesión de los recursos muchas veces imprescindibles para la subsistencia de las pequeñas poblaciones que conforman lo que ya históricamente se denomina Comunidad Autónoma de Extremadura.
Por tanto para los alcollarinejos, con todos los sentimientos que esta celebración pueda despertar, el Día de Extremadura también ha de significar trabajo, solidaridad, ilusión y, por encima de todo, la unión de sus vecinos para sacar adelante un proyecto común llamado Alcollarín. Ese ha de ser nuestro mayor orgullo todos los días del año.